jueves, 31 de agosto de 2017

          Acabo de leer "La sonrisa etrusca" de José Luís Sampedro, y me ha encantado, quizás, porque trata sobre el amor entre un abuelo y su nieto y yo, tengo ese sentimiento a flor de piel con mi nieta. Pero, bromas aparte, reconozco que describe muy bien esos sentimientos y la diferencia generacional entre los padres del pequeño y el abuelo. Todo sin trucos literarios, con golpes de humor y sencillez. Es autobiográfico. Lo escribe de forma anárquica, como él se define.
          Trata sobre un viejo partisano calabrés, que viaja a la casa de su hijo en Milán para someterse a una exploración médica. Allí descubre el cariño que le aporta su nieto Bruno y el amor que le hace sentir Hortensia en la última etapa de su vida, en la que él, con el orgullo de un montañés, pensaba que nada le quedaba por aprender.
           Invito a todo el que pueda, que lo lea porque es corto y  muy ameno.

domingo, 27 de agosto de 2017

"Galíndez", de Manuel Vázquez Montalbán

          Acabo de leerme la novela con la que encabezo el título de esta entrada y he de decir que me ha gustado, tal vez más porque en las tardes de agosto cuando el calor te obliga a quedar sentado y tranquilo, te apetece una lectura de este tipo.
          Confieso que no conocía ninguna obra de este autor y no es que ésta me haya encandilado, pero sí que me ha predispuesto a leerle otras en adelante.
           Es una novela que aunque no pueda calificarla como de policíaca en el estricto sentido de este subgénero, sí que tiene bastante de ello y sí que la considero como novela histórica, aunque muchos de los personajes y narraciones que nos ofrece el autor sean ficticios.
          El título corresponde a un personaje ausente, porque aunque la obra gire a su alrededor no deambula por la obra en ningún momento. Su figura es histórica: la de un político y académico vasco de la II República Española que, tras finalizar la GCE se exilia a la Rep. Dominicana y USA, en donde además de representar al Gobierno Vasco en el exilio da información a los servicios de inteligencia norteamericanos en relación a presuntos comunistas españoles y centroamericanos, lo cual, muy a pesar de su ingenuidad académica, no le sirve para evitar que sea secuestrado, torturado y asesinado por los servicios secretos del dictador dominicano Leónidas Trujillo, el personaje central también en la obra de Mario Vargas Llosa "La fiesta del chivo".
          Gira tanto en el marco histórico de la década de los 50, abarcando épocas como la finalización de la GCE, el exilio republicano, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, como gira en el marco de los años 80 del pasado siglo, haciendo una continua analepsis ó feedback de un capítulo a otro, lo cual, de forma abusiva en mi opinión, desconcierta al lector con frecuencia.
          Un aspecto que me ha parecido interesante es el tipo de narrador que utiliza pues hace una mezcla del narrador en 3ª persona, muy pocas, con la del narrador en 2ª persona, algo poco frecuente y creo que bastante difícil de conseguir, con el que trata de implicar mucho más al lector.
          No me ha gustado la longitud de los capítulos , con una utilización de la puntuación bastante parecida a la que hace de ella nuestro querido Saramago, y que a mí me irrita bastante.
          Describe magníficamente los distintos escenarios por donde transcurre la obra: País Vasco, República Dominicana, Miami, etc; se ve que los conoce bien personalmente
          Me gusta también las distintas visiones que se dan del protagonista, personaje histórico aún no esclarecido del todo a fecha de hoy, así como las descripciones que nos ofrece de los distintos personajes intervinientes: la ingenua Muriel Colbert, investigadora norteamericana, débil y sensible pero a la vez decidida a la que sólo le guía su afán profesional y se encuentra con una realidad que no cree sea cierta aunque la ve y la sufre. Voltaire ó don Angelito, viejo dominicano y combatiente anticomunista, informador de los servicios de inteligencia USA en Miami acerca de los hispanos allí residentes y personaje algo grotesco, preludio de su demencia senil y a quien dichos servicios terminan eliminando tras su fracaso en el objetivo con Muriel. Robards es una parodia de los héroes anticomunistas de la Guerra de Corea y formado en la ocupada Alemania Federal. Personaje obseso y onanista, pretendido profesor de poesía, pero con una frialdad moral y ética propia de los encefalogramas planos. RadCliffe: profesor que dirige la investigación de Muriel, pero que por sus tendencias de intelectual filocomunista ha sido objeto de la represión llevada a cabo por el senador MacÁrthur en su "caza de brujas". Ricardo es el prototipo de socialista de los años 80, de familia vasca y que llega a convivir con Muriel durante parte de su investigación en el País Vasco, siendo además el personaje que utiliza el autor para terminar su obra dando ese regusto, tan propiamente norteamericano, de un posible "Continuará".
          Hay varias obras que me atrevería a recomendaros pues están algo relacionadas con este tema y serían, de una parte, la ya citada de Mario Vargas Llosa otra también muy buena a mi entender "El sistema" de Howard Fast.
          En fin que, si podéis, la leáis, porque merece la pena. 

sábado, 19 de agosto de 2017

"No tinc por" "No tenemos miedo"


 
                          Mi hija acaba de marcharse a la playa de la Barceloneta con su marido y su hija; una sobrina que vive en el Barrio Gótico sale a pasear con su compañero por La Rambla; una prima con su familia van desde la periferia a la Plaza de Cataluña a pasear, cafetear y leer la prensa.
                           Todos ellos quieren demostrar con su diario gesto que se mantienen en pie y firmes contra el pánico que pretenden producir estos descerebrados que dicen, como tantos otros lo han hecho a lo largo de la Historia, actuar en nombre de Dios y la Religión.
                             Y yo me pregunto: ¿tanto trabajo cuesta dejar a la Religión y a los Dioses en la intimidad  personal de nuestra casa y comportarnos en sociedad como seres civilizados, simplemente eso, civilizados?
                          Un gran filósofo rumano, Mircea Eliade, especialista en historia de las religiones decía:     «El hombre moderno rechaza la trascendencia, pues trata de hacerse a sí mismo, y esto solo lo ve posible en la medida en que se libere, desmimetice, de la superstición (lo sagrado)»,.
                             Creo que esto lo irá logrando la Humanidad en la medida en que la Educación y su sentido crítico y razonador se vaya alcanzando, siempre que nuestros gobernantes nos dejen ser críticos que ya es difícil.
                             Y como desde este foro de amantes de la Lectura estamos por ello, por ser críticos al mismo tiempo que tolerantes, es por lo que creo que debemos dejar una constancia de ello en estos momentos tristes pero de decisión y perseverancia en el camino democrático que hemos decidido recorrer, sin miedo y sin amenazas.